Eructos exabruptos | o la panacea del vómito mediático por Fede J. Losantos
No hay vómitos mediáticos tan salidos de tono como los que todos conocemos por parte de JL - Jiménez Losantos, La Cope -. Un buen día, este hombre alcanzó el poder del micrófono para calentar los sillones de la emisora y con el objetivo de lanzar todo el ácido acumulado en sus entrañas a toda la población española que, por voluntad o casualidad, decide conectar con La Mañana de La Cope. Y realmente, es preocupante.
Dejando a un lado los concretos juicios de valor que desde el micro de Losantos se lanzan cada mañana, cualquiera con un poco de sentido común puede deducir que algo más grave que los propios valores de Losantos está sucediendo mientras este periodista está en el aire. Hoy en día se está permitiendo que una emisora adultere, dope, transforme la opinión pública tan campantemente, sin cargo u objeción oficial alguna. Se está permitiendo la mutación de la opinión pública, machacando cualquiera de los principios básicos de la sociedad de la información que tanto han costado conseguir y mantener hasta ahora.
Hay principios por mantener, y todo medio de comunicación tiene el deber de mantenerlos. La sociedad tiene un derecho inalienable como muchos otros: el derecho a la información, para poder comprender la actualidad, para poderse ubicar dentro del sistema que le toca vivir, y siempre en pro a una opinión pública sana, y no crispada. Hoy por hoy, La Cope y Losantos van en dirección contraria. No establece equilibrio alguno entre información y veracidad, y todo su discurso se basa en ácido, ánimo de crispación, vómitos verbales y exabruptos irreales. Falacias totalemente disgreagadas de la realidad con un único fin: partir y segmentar la opinión pública.
Todo medio de comunicación debe velar por la veracidad de sus profesionales. Exigir la objetividad es algo más que costoso, es imposible conseguir la plena imparcialidad de pensamientos, sin embargo nunca puedes ir en dirección partidista como es su caso. No existe principio de veracidad, solo se acoge al derecho de información del ciudadano y a la libertad de expresión del periodista, sin tener en cuenta lo que ahora comentamos: veracidad para la audiencia. No puedes soplar mentiras para crear una realidad ficticia entre aquellos que quizás, por pereza o por limitaciones desconocidas, sólo te van a escuchar a ti. Esto es aprovecharse, esto es dopar tu discurso para acelerar un proceso de formación de opinión pública, y si no traten de imaginar qué tipo de efectos podrán tener mensajes de este calibre emitidos a diario en frecuencia modulada:
"El Gobierno sólo habla con homosexuales, terroristas y catalanes; a ver cuando empieza a hablar con gente normal".
¿Qué clase de opinión puede generar este tipo de mensaje? Se lo dejo a su reflexión, sin embargo me pregunto cómo debe llevar Losantos su alto nivel de acidez estomacal porqué los vómitos mediáticos que expulsa con odio a toda España son preocupantes.
De todos modos, abogo a la esperanza de que la opinión pública tenga suficientemente sensatez como para detectar que los exabruptos de Losantos no son más que falacias salidas de cualquier realidad. Salgan de su línea, y conozcan la verdad, sea buena o mala, pero no ficticia.
Ahora os dejo con una voluntad quizás un tanto inocente, aunque sí tierna al basarse en algo tan básico para nosotros como es el derecho reclamar buena información para evitar los juicios sobrecogedores de este 'periodista': http://www.royo-villanova.net/firmas/ Desde aquí podéis firmar para una esperanzadora expulsión de Losantos. Que le quiten su espacio, por favor.
Un abrazo a todos.
Pau Costa i Marí
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